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DESCARBONIZACIÓN

Podría decirse que la descarbonización es el aspecto más importante de la transición energética. Los sistemas energéticos tradicionalmente han dependido de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), que son recursos finitos que tardan cientos de millones de años en formarse. Cuando se queman para producir energía, estos combustibles liberan emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, que provocan el calentamiento global.

Para combatir el cambio climático, el sistema energético debe avanzar hacia soluciones renovables. Fundamentalmente, necesitamos descarbonizar tanto la generación de energía (que suministra electricidad) como la energía de uso final (que utiliza energía directamente, por ejemplo, para el transporte, la cocina y la calefacción).
Descarbonizar la energía de uso final
El uso final de la energía sigue dependiendo de los combustibles fósiles: pensemos en la gasolina y el diésel que utilizan los vehículos y en las calderas de gas que se encuentran en los hogares.
¿Cómo descarbonizamos estos usos?
La electrificación es la respuesta.
Probablemente te hayas encontrado con alternativas eléctricas en forma de vehículos eléctricos y bombas de calor.
Sin embargo, la electricidad no puede proporcionar una solución para todas las formas de energía de uso final. La industria, la aviación y el transporte marítimo que consumen mucha energía tardarán más en descarbonizarse por esta misma razón.
Todavía necesitamos desarrollar y ampliar soluciones viables para estos sectores, como los biocombustibles, el hidrógeno verde y los combustibles sintéticos.
La energía renovable (limpia) se genera a partir de recursos naturales que se reponen continuamente y generan muchas menos emisiones cuando se aprovechan para producir energía.

Esto incluye el viento, la luz solar, el agua, la biomasa y el calor geotérmico de las profundidades de la Tierra. Sin embargo, la generación de energía a partir de energías renovables puede ser muy intermitente. El ciclo natural del clima (cielos despejados un día y nubes al día siguiente) conduce a un suministro variable de energía.
Una combinación diversa de fuentes de energía con bajas o nulas emisiones de carbono puede garantizar un suministro de energía estable y confiable.
Aunque no es renovable, la energía nuclear podría ayudar en este sentido al estabilizar el suministro fluctuante de energía proveniente de fuentes renovables.
El hidrógeno verde (hidrógeno producido por energía renovable) también puede ser útil, particularmente para sectores energéticos de uso final que son difíciles de electrificar.
¿Entonces, dónde estamos ahora?
Ya podemos ver un cambio hacia la descarbonización, con muchos países aumentando las energías renovables en su combinación energética año tras año. Sin embargo, todavía queda mucho más por hacer. Para limitar el calentamiento a 1.5˚C, la proporción de energías renovables en el suministro energético mundial debe aumentar del 16% en 2020 al 77% en 2050.
En la transición hacia sistemas de energía limpia, la electricidad se convertirá en el principal portador de energía: el medio por el cual se transporta y utiliza la energía. Además de la electricidad generada a partir de energías renovables, la electrificación de la energía de uso final es una estrategia importante para reducir las emisiones de carbono. Esta creciente dependencia de la electricidad requerirá triplicar el suministro para 2050.
Figura 1: La generación de electricidad debe triplicarse para 2050, con un 91% proveniente de energías renovables para limitar el calentamiento a 1.5˚C. (Adaptado de: IRENA, 2023) para cumplir el objetivo de calentamiento mundial de 1.5°C.


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